
CRÓNICA DE UNA PANDEMIA NO ANUNCIADA
El ruido sucumbe ante la realidad presente, como extraño mal augurio camino por sombría calzada singular ambiente que le roba espacio al más temido de los sueños. Raras obligaciones, límites de abrazos, caricias, saludos y contacto, cual inimaginable preludio dimos un vuelco al silencio, a la pasividad, a la incertidumbre y fuimos así sujetos de nuevo despertar. Exacerbo de emociones que circulan cual cuento no bien contado provocando multicolor desvarió de inestable soledad.
Fragilidad sin igual, aquella sombra mortuoria nos rodea sin cesar, sin lugar a despedidas, es tiempo de contener lágrimas, de guardar galas, de esconder temores, de gritar al unisonó con indecibles sonidos que ensordezcan la blanca impaciencia de incierto bullicio que se esconde en el ayer.
Surgen las sendas del cotidiano transitar libres de seres impacientes por llegar, no hay apuro, no hay horario, no hay plan, como presas de la ausencia del urgente madrugar, los críos no llegan a sempiterno lugar, el saber se volvió pantalla y la labor aplazada del Maestro converge con la automática forma de conocer y aprender. Se silencio los comercios, el vendedor y el cliente confinados por igual, la tarde se vistió de oscuro y la noche llego más pronto que la mañana, ahora todos en casa sin saber cómo ocuparnos y empezar a conocernos…
A la distancia evoco el lugar en que debería estar, juntándome con los míos abrazando sus cumpleaños, recibiendo al nuevo ser, festejando travesuras, compartiendo entre risas, cuentos y hazañas las locuras del vivir, que lejano se hace el tiempo y la desazón fortuita por no prever el infortunio y guardar en cofre seguro como prenda muy valorada aquellos mimos, mágicos toques, de instantes cuya belleza sobrepasa a gran posesión. Ya ningún lugar puede ser mas lindo que aquel donde todos volvamos a juntarnos y después de esta vencible experiencia nuestras conciencias elaboren plan de soportarnos como somos, de amarnos con pureza, de querernos con ternura, de vencer lo inquebrantable, de luchar por lo que queda.
Tiempo, tiempo nos quedo sobrando al día, nos hizo falta a la noche, sufrimos cambio digno de aprovechar cuya huella con pertinaz armonía, fuerza, poder, visión imprime gran reflejo proyectando una real existencia, estimando los momentos, los regalos olvidados, los detalles que soltamos, las plegarias que desechamos, los lugares que despreciamos, la gente que incomoda, los amigos que no apreciamos, los gustos no complacimos, las risas que contuvimos, las lagrimas que no soltamos, los bienes no valorados, las fotos que nunca hicimos, cortos placeres, el aula, la escuela, el aprender en compañía, el trabajo con horario, el ajetreo y la prisa que nos llevan a buscar el vivir en sociedad.