EL SONIDO DE UN TAMBOR
Asaltaré el camino, buscaré tu pelo, cuando se acabe mi despertar . Cansado pero despierto, saldré pronto de este lugar . Doy y recibo, hoy nace el trigo sobre la dama del ritual . Bajo las sabanas del riesgo y del deseo lo dejo crecer y me voy por ahí a procurar.
Observo en retiro, como con el sonido de un tambor vas regalando flores a la vida, jugando con la seducción del ocre cuando se funde con el gris. Te encuentro entre una palabra libre, una metáfora, un silencio y un cielo azul.
Ahora cantas al otoño y a las mujeres con alas. Al llegar el equinoccio regalas flores a las miradas sentidas y a las promesas. Con un sombrero bajo el sol rechazas a las olas del descontento, y yo que me sigo preguntando si siempre vivirías así. Simplemente decirte amiga mía que el verbo se hizo luz y estrella de la mañana, se hizo puerta del cielo, casa de oro, torre de marfil. El reflejo de lo que eres tú…
Giramos hacia nosotros con esta mirada iniciada después, de aquel exilio, mostramos los frutos que son provechosos para la nueva aventura que habita en nosotros como el faro de luz. Ahora pues, maneras nuevas.
Llamamos con un grito bien dulce. Llamamos con silencio o amor. Mientras, los poetas predican en lo alto de un peral. Sé que es un buen día, quizás el primer día. Despierta el espíritu y la aventura. No te guardes nada, para encontrar tranquilidad en el riesgo. Pronto estarás cómoda en un nuevo latido para que tu alma presente el escenario que te espera, al compás del sonido rasgado de un tambor.