VIVE…
Pinté un día mis mañanas de café y napolitanas de chocolate, dibujé los días de nubes de mentira. Y mientras, se calentaba la leche en el cazo más de la cuenta desbordando el contenido.
Mi rostro era un verdadero poema de penas y gracias, y yo lo veía tan normal… Incluso llegue a convencerme de ello, pero no era real.
Ya comprendo porque se me quemaba el pan todos los días, ya entiendo porque me pasaba aquello de olvidarme siempre algo en el mercado. Era porque tenía el coco teñido de sales.
Suerte que me acababa el agua caliente cada baño y así aserenaba mí mente … Este era mi único minuto de paz. Aquellos días me parecía que nada no era suficiente. Me miraba sin ver.
Respiraba de las flores que cuidaba cuando se abrían cada mañana y me alimentaba de mis breves sonrisas contadas y de las miradas de los ángeles de agua.
Me vi cada segundo como si fuera el último. Aunque me iba a bailar a diario, me ponía el rímel, me pintaba el ojo, o me vestía con los vaqueros violeta …Al final, era mi alma la que me presentaba todas estas aventuras. Me di cuenta de que tenía un alma!.
No me amé lo suficiente en mis noches, tardes y albas bañándome en agua dulce con sutiles amargos. Mientras, por fin, palpé mi alma que se ocultaba tras un velo que mediante ondas mostraba sin parar pétalos dulces. Al funcionar desde un corazón vagabundo, me creía la mentira disfrazada de mi personaje.
A veces y tan solo a veces conseguía derretir el calor abrasador de mis anhelos. Y el frío se disipaba como cuando la niebla se pierde en el horizonte. Por fin vi más allá. Fue suficiente conocer mi yo verdadero, para quererme un poco más, para encontrar la paz. Por el simple hecho de hacerme consciente de mi alma, se desvaneció ” el personaje” .
Entonces, de repente, como ser humano me rendí . Lo que parecía negativo , mediante la rendición, fue una abertura a la realidad .
Ahora veo a mi personaje y ya no quiero tenerlo. Veo más allá de lo que veo , y empiezo a sonreírme. Y con mi nueva mirada entrego “al personaje” al sol , le devolví todo aquello que ya no era mío . Y dos gotas de lluvia clara cayeron en mis manos.
Mi libro de Petete y las gotas de agua fueron suficientes para saber que nunca más me abandonaría a “ un personaje”. Y en mi columpio me columpio y nunca me dejaré de columpiar. Se levanta el telón de terciopelo…Ahora vivo …Tirititran.
Os amo