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PARIS, la incomparable y romántica cuna de la Luz, y del horror

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PARIS, la incomparable y romántica cuna de la Luz, y del horror. 

En algún lugar de Paris, se escuchan disparos, retumban las paredes con un sonido parecido al de un cañonazo, luego otro.  Llanto, desesperación, terror. La gente corre, la sangre también…

TRES MESES ANTES

Decidimos llegar a esta ciudad, animados por la bondad con que se nos ofrecía.

Llegamos a un mínimo apartamento en pleno Montmartre, en el que si uno de los huéspedes se mueve, el otro debe quedarse quieto para evitar tropezarse:   El elevador que nos trasladaba hasta el cuarto piso de este antiguo edificio parisino era indescriptiblemente mínimo, con las medidas exactas para dos personas delgadas, y sin ningún tipo de equipaje, ropaje abundante o paquetes. 10 Rue Cauchois tercer piso, a no dudarlo.  Cómodo, luminoso y con lo necesario. Ahora que se podía, debíamos aprovechar.  En ciertas ciudades, como Barcelona, por ejemplo,  donde la práctica de arrendamiento de apartamentos baratos compite fuertemente con los hoteles, se está examinando la aplicación de normas para reglar su utilización, controlarla y cargarle de impuestos.

Estábamos hospedados a dos cuadras del alicaído y famoso Moilun Rouge. Es un lugar donde existe todo lo indispensable al alcance de la mano, muy cerca de la Basílica de Sacre Cour. Y bueno, ya Paris se presenta por si sola.

Visitando sus atestadas calles uno se da cuenta de lo grande y de lo pequeño de esta ciudad.  Resulta impensable no poder descubrir nuevas cosas cada vez que se la visita, pero todo lo auténtico, lo que ya hemos visto en ocasiones anteriores está ahí, con lo mismo. El sabor de la ciudad cambia un poco con el avance de la tecnología, pero París sigue siendo tan hermosa!

Es una ciudad que se deja sentir con todo.

La grandeza que percibimos en sus bulevares, en las figuras de un siglo de oro eterno, que no termina, y que adornan las vías en la magnífica arquitectura con la que fue diseñada sigue estando allí, pero con aires nuevos. Y también la temporada hace la diferencia.  No se trata precisamente de una ciudad cálida, mas si acogedora, en cada rincón, en cada barrio.

París, la de siempre, se nos muestra además en los rostros de la gente que pasa.  La ciudad en su faceta cosmopolita, es una moderna Babilonia, donde todas las culturas aterrizan, se cruzan, se mezclan e intentan hablarse en francés.  No falta quien dice hablar inglés, con un acentuado «ei litol», pese a la resistencia que el idioma tiene, como tampoco faltan los que se niegan por todos los medios a hablarlo, o a pronunciar palabras en italiano, alemán, o aún peor, en español! Resulta una delicia sentarse en un cafetín de Champs Elyseès a fotografiar los rostros de la gente que pasa! Casi no había reparado en algo, que de no ser por la costumbre de mirar los rostros captados en la pantalla LCD de mi cámara, quizás hubiera pasado por alto.  París es a no dudarlo un enclave de ascendencia arábiga.

Aquí conviven seres de las más diversas culturas y religiones, colores y olores, gustos y filosofías. Y ese es uno de los encantos de esta ciudad de contrastes. Sin embargo, y debo admitirlo con asombro, esta vez París guarda el aspecto de una urbe mayoritariamente musulmana.

Ante tanta grandeza uno se descubre la cabeza. Paris es sin duda una ciudad cautivante, excéntrica,  sibarita, como sus habitantes.

Pero cuando le toca habitar un apartamento alquilado, cuyo ascensor tiene de profundidad una cuarta y media,  en la que a duras penas caben dos personas, donde un hotel cualquiera puede tener un frente de 7 metros, y un desayunador con una mesa y cuatro sillas, la pregunta es a donde diablos fue a parar la grandeza!

Una de las carcetrísitcas de esta urbe que cuenta con más de 14 mil hoteles es que ofrece de todo y para todos los gustos y bolsillos.  París sigue siendo una ciudad espléndida, donde se come de maravilla, se pueden degustar los mejores vinos, se puede comprar el super lujo, como la moda a precio de nada, donde se disfrutan las costumbres sibaritas, el buen espectáculo, la buena tertulia, la estética el arte y la cultura por doquier.

Los más afortunados turistas chinos, como un sinúmero de turistas  japoneses virtualmente inundan cada día, de sol a sol las tiendas de Fendi, Christian Dior, Zeina, Bulgary y de otros dioses de la moda, particularmente en el piso bajo de Galeries Lafayette del Boulevard Haussman, donde generalmente hacen fila y sólo la cita previa les garantiza la entrada.

Dueños de gruesas chequeras y tarjetas de crédito infinitas, arrasan con todo lo que se lanza como el último grito. No hay manera de evitar que tanto japoneses como chinos estén por todas partes, inoportunos como son, metiendo el cuerpo, subiendo las manos para tomar una foto «sin amigos» en frente, o para el auténtico «selfie».

El turismo rezuma por doquier en esta ciudad de las mil razas.

Gracias a Dios, en un país tan generosamente culto, se nos ofrecen sitios fuera de la ciudad (excepto Versailles)  donde se puede caminar, apreciar el esplendor de castillos y palacios, sin apretujarse, sin incomodarse evitando las hordas de turistas y disfrutando de la cultura sibarita de esta tierra hermosa.

El valle del Loire, al que llegamos por propia elección y gusto por los castillos y por la campiña francesa,  por recomendación de nuestra amiga peruana, Frieda Vacondio, una agente Virtuoso, hacen nuestro viaje.

Como queira que sea, la experiencia de vivir esto, hace que cualqueira sea el tiempo de estancia, la visita  resulte siempre corta, sin importar la zona de la República Francesa. Mas, volvamos un segundo para despedirnos de París.

Paris es y seguirá siendo siempre nuestra ciudad preferida, por su esplendor, por su gracia, su romanticismo y su grandeza que aún brillan por doquier.

Desde un altillo entre techos vemos el atardecer en nuestra despedida de la ciudad Luz. Será seguramente la última vez que te veamos así, oh ciudad de la luz.  ¿Que será de ti París, después de que hordas de fanáticos se dediquen a desmantelar cada ladrillo de cada rincón tuyo, porque eres bella como tu gente, y amas lo que haces?

Hoy, luego de la masacre, escribimos estas líneas en homenaje a las víctimas de una irracional forma de vivir y matar.  Honramos la memoria de los valientes franceses que se resisten a encerrarse y vivir tras el velo de bajas pasiones que se resisten a mostrar su perenne doble faz, de una vez por todas.

Hasta siempre París, lloramos, porque no te volveremos a ver, y si lo hacemos, no será posible reconocer tu bello rostro.

Francisco Proaño

Fotos: Francisco Proaño

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    Por: Francisco

    Profesional de Negocios

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