EL SÍNDROME DEL «NIDO VACÍO» DESCONCERTANTE
Lo hemos experimentado todos. Desde niños, dramáticamente, lo peor!, cuando escuchábamos, más que verlo, que alguien cercano «se había ido al cielo».
También cuando nuestros padres o abuelos salían de viaje o nuestros amados amiguitos regresaban después de haber pasado unos días de vacaciones junto a nosotros; luego cuando tus hermanos menores empezaban a dejar la casa paterna para estudiar afuera (me sucedió diez veces). Como hermana mayor de once que soy y cierto sentido maternal me parecía «insufrible» pues sabía-intuía que al menos a cuatro de ellos no se los vería en varios años pues mis padres los visitaban allá. De hecho, alguno decidió finalmente hacer su vida en tierras lejanas. Me imagino que lo mismo sintió mi hermano menor de un añito apenas en ese entonces cuando me casé –decían- golpeaba la puerta ya cerrada de mi habitación y llamaba ñaña! ñaña!.
Más me afectó cuando mis hijos, de uno en uno salieron a cumplir con sus responsabilidades de estudio
COMO ES
El tal «síndrome» cuando después de haber disfrutado de la cercanía absoluta de esas familias jóvenes que ellos armaron y nos han brindado esos nietos maravillosos salen a vivir fuera del país es muy difícil de confrontar aunque dicha ausencia tenga que ver con el éxito y un futuro prometedor.
Cuando te visita un par de meses un hijo y prácticamente regresas al pasado con la misma escena, costumbres y felicidad pero luego debe regresar a su vida actual lejos; entonces empiezas a cuestionarte si hiciste lo mejor posible y a veces te asusta el balance.
DIFÍCIL
Muy difícil manejar este síndrome del nido vacío que involucra amor, nostalgia, expectativa y aceptación! Finalmente –al menos por un tiempo- queda cierto sabor a soledad cuando en la casa ya no se escuchan voces y sonidos, ni se siente el aroma perfumado personal de tu hija y tampoco tienes con quién conversar o reír…Entonces hay que pensar en lo positivo que ha sido disfrutar de los tuyos en ese período corto o largo y en el tiempo que vendrá con fe y esperanza…
Es cuando hay que poner toda esa realidad «En las manos de Dios»